Una mujer confunde un pepino con un consolador
Los responsables de Mercadona aducen que este error suele ser habitual.
Un drama se desarrolló ayer en un Mercadona de A Coruña. En plena hora punta, Mercedes Sanz de la Potra se encontraba comprando para el fin de semana cuando llegó a la sección de ensaladas. Allí pudo ver la típica caja de pepinos grandes junto a tomates y lechugas.
Nada fuera de lo común si no hubiera sido por el comprensible error de esta ama de casa insatisfecha con su físico y vida sexual lo que le otorga derecho a decir cómo se han de comportar el resto de mujeres, sobre todo si son sexys. Al contemplar la citada caja y ver que no había ningún cartel identificativo del producto, la mujer arrojó la compra y empezó a chillar como la puta loca que es, protestando por la supuesta venta de consoladores en un lugar donde podían verlo los niños, como si al verlo se fueran a convertir en chaperos, ninfómanas, violadores o, peor aún, fueran a atraer la atención de los hombres que no la hacen ni caso y fueran a tener una vida sexual mejor que la suya lo que no es nada difícil, por otra parte.
"Es un error que se viene repitiendo", explicaba a Imperial News el director comercial del citado supermercado y ladrón de guante púrpura a tiempo parcial. "Alguien quita el cartel de "pepinos" y éstas amargadas amas de casa lo confunden con consoladores pese a que tenemos los juguetes junto a los condones, las encíclicas obispales y la Coca-Cola. Estamos meditando no vender más pepinos para que no vuelva a repetirse este incómodo equívoco".
Sea como fuere, la mujer empezó a gritar la vergüenza que suponía la venta de los juguetes eróticos en esa zona del supermercado sin atener a las razones de los empleados que intentaban sacarla de su error.
Viendo que no atendía a razones, probaron a arrojarla agua bendita pero ante el fuerte olor a azufre que molestaba al resto de clientes, se vieron obligados a llamar al zoo de la localidad. Un cuidador experto vino con un fusil y tranquilizantes y, tras dispararla doce dardos, la mujer cayó provocando un agujero de un metro y la alarma por terremotos en un radio de trescientos doce kilómetros.
El resto de clientes asistieron atónitos a la escena con una mezcla de vergüenza ajena y sorpresa. María de las Virtudes Amedias explicó que "la culpa la tienen los agricultores por cultivar cosas que tienen un remoto parecido a un falo. Deberían ponerse multas al respecto". Por su parte, una choni llamada "La Yesi" explicó que no se había dado cuenta de la semejanza pero que "ahora me voy a comprar cinco porque estoy muy necesitada y quiero practicar porque para eso me llaman "el cubo de esperma" y eso lleva su trabajo".
El presidente de la comunidad no se ha referido a tal caso porque está disfrutando de unas merecidas vacaciones en el yate de unos amigos que se dedican a la importación de no se qué cosa que no podemos preguntar no se vaya a armar la de Dios es Cristo.
Sólo resta esperar que Mercadona reaccione para evitar equívocos parecidos.
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